Vacunación: una forma de protegerse uno y a los demás

Las vacunas salvan la vida de entre dos y tres millones de personas cada año, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La falta de inmunización aumenta el riesgo de contraer enfermedades graves como sarampión, meningitis, neumonía, tétanos y poliomielitis, que pueden ser discapacitantes y mortales.

Las vacunas activan las defensas naturales del organismo para que aprendan a resistir infecciones específicas y fortalecen el sistema inmunitario. «Es una forma sencilla, inocua y eficaz de protegernos contra enfermedades dañinas antes de entrar en contacto con ellas», asegura la Organización Mundial de la Salud (OMS) en una guía de preguntas y respuestas acerca de las vacunas.

En tiempos en los que la eficacia de la inmunización se pone en duda y los movimientos «antivacunas» han propiciado el rebrote de enfermedades que se habían erradicado, vale la pena recordar su importancia y entender cómo funcionan.

«Tras vacunarnos, nuestro sistema inmunitario produce anticuerpos, como ocurre cuando nos exponemos a una enfermedad, con la diferencia de que las vacunas contienen solamente microbios (como virus o bacterias) muertos o debilitados y no causan enfermedades ni complicaciones», detalla la OMS, para luego aclarar que la mayoría de las vacunas se inyectan, pero otras se ingieren (vía oral) o se nebulizan en la nariz. A continuación, las respuestas de la entidad sanitaria mundial a las dudas frecuentes:

– ¿Cómo actúan las vacunas?

– Las vacunas ponen en marcha las defensas naturales del organismo y, de ese modo, reducen el riesgo de contraer enfermedades. Actúan desencadenando una respuesta de nuestro sistema inmunitario, que está diseñado para recordar. Tras la administración de una o más dosis de una vacuna contra una enfermedad concreta, quedamos protegidos contra ella, normalmente durante años, décadas o incluso para toda la vida. Por eso las vacunas son tan eficaces: en vez de tratar una enfermedad cuando ésta aparece, evitan que nos enfermemos.

– ¿Por qué debo vacunarme?

– Si no nos vacunamos, corremos el riesgo de contraer enfermedades graves como el sarampión, la meningitis, la neumonía, el tétanos y la poliomielitis, muchas de las cuales pueden ser discapacitantes y mortales. Según los cálculos de la OMS, las vacunas salvan la vida a entre dos y tres millones de personas cada año.

Aunque algunas enfermedades son actualmente poco frecuentes, los patógenos que las causan continúan circulando en todo el mundo o en partes de él. Hoy en día, las enfermedades infecciosas atraviesan fronteras con facilidad e infectan a las personas que no están protegidas.

Las dos principales razones para vacunarse son protegernos a nosotros mismos y proteger a las personas que nos rodean. Puesto que no se puede vacunar a todas las personas -por ejemplo, no es recomendable para los recién nacidos, las personas gravemente enfermas y las que pueden presentar determinadas alergias-, al protegernos nosotros evitamos contagiarles enfermedades que se pueden prevenir mediante vacunación.

Mira también  El monóxido de carbono: un asesino silencioso

– ¿Qué enfermedades previenen las vacunas?

– Las vacunas protegen contra muchas enfermedades, entre ellas:

* cáncer cervicouterino

* cólera

* difteria

* hepatitis B

* gripe

* encefalitis japonesa

* sarampión

* meningitis

* paperas

* tosferina

* neumonía

* poliomielitis

* rabia

* infecciones por rotavirus

* rubéola

* tétanos

* fiebre tifoidea

* varicela

* fiebre amarilla

Actualmente se siguen desarrollando otras vacunas, y algunas de ellas ya se administran experimentalmente. Es el caso de las que protegen contra el ebola o contra el paludismo, que todavía no están disponibles en todo el mundo.

Algunas solo es necesario administrarlas en situaciones específicas: antes de viajar a determinados lugares, en las zonas de riesgo o cuando una persona corre un riesgo elevado de infectarse por motivos laborales.

– ¿Tengo que vacunarme contra la gripe estacional?

– La gripe es una enfermedad grave que mata cada año a entre 300.000 y 650.000 personas. Hay grupos que corren más riesgo de sufrir síntomas graves e, incluso, de morir, como las embarazadas, los niños más pequeños, los ancianos y las personas que presentan enfermedades crónicas, como el asma y determinadas cardiopatías. Al vacunar a una embarazada, se protege también al feto (por el momento, no se ha comercializado ninguna vacuna antigripal para niños menores de seis meses).

Las vacunas contra la gripe estacional proporcionan inmunidad contra las tres cepas más prevalentes que circulan cada temporada. Son el mejor método para reducir las posibilidades de presentar una gripe de gravedad y contagiarla a otras personas, y se utilizan desde hace 60 años sin causar problemas.

– ¿Cuál es el momento adecuado para vacunarse?

– Las vacunas nos protegen durante toda la vida y en diferentes edades, desde el nacimiento hasta la edad infantil, durante la adolescencia y la edad adulta. La mayoría de los países proporcionan cartillas de vacunación, tanto a los niños como a los adultos, en las que se consignan las vacunas que han recibido y las nuevas vacunas o las dosis de refuerzo que se les deben administrar más adelante. Todos debemos asegurarnos de estar al día con la vacunación.

Retrasar el momento de vacunarnos es correr el riesgo de enfermarnos gravemente. Si esperamos a hacerlo hasta arriesgarnos a exponernos a una enfermedad (por ejemplo, durante un brote), puede ser demasiado tarde para que la vacuna actúe y para recibir todas las dosis recomendadas.

– ¿Por qué se inicia tan temprano la vacunación?

– En su día a día, los niños pequeños pueden estar expuestos a enfermedades simplemente por estar en diversos lugares y en contacto con distintas personas. Ello representa un riesgo importante. En sus calendarios de vacunación, la OMS recomienda proteger lo antes posible a los lactantes y los niños pequeños. A menudo, en estas edades hay más riesgo de sufrir enfermedades porque el sistema inmunitario no se ha desarrollado por completo y el organismo tiene menos capacidad para combatir las infecciones. Por eso es tan importante vacunar a los niños en el momento recomendado para cada enfermedad.

Mira también  Servicio de vacunación antigripal a distintas instituciones de la cuidad

– Si no he vacunado a mi hijo en el momento recomendado, ¿es demasiado tarde para hacerlo?

– Con las escasas excepciones de algunas vacunas, nunca es demasiado tarde para vacunarse. Conviene preguntar a los profesionales sanitarios cómo recuperar las dosis de vacunas no administradas, tanto a usted como a su hijo.

– ¿Quién puede vacunarse?

– Prácticamente todo el mundo se puede vacunar. Sin embargo, la vacunación está desaconsejada o debe postergarse en situaciones específicas o cuando se presentan determinadas enfermedades orgánicas:

* Enfermedades o tratamientos crónicos (como la quimioterapia) que afecten al sistema inmunitario;

* Alergias graves o potencialmente mortales a componentes de las vacunas (cabe señalar que estas alergias son muy raras);

* Una enfermedad grave el día de la vacunación. Con todo, los niños que presentan una enfermedad grave el día de la vacunación deben ser vacunados en cuanto se encuentren bien. Las enfermedades de intensidad moderada y la fiebre baja no contraindican la vacunación.

Aun así, estos factores suelen variar en función de la vacuna. Si no está seguro de que usted o su hijo pueden recibir una determinada vacuna, es mejor consultar a los profesionales sanitarios.

– ¿Qué contiene una vacuna?

– Todos los componentes de las vacunas son importantes para garantizar su inocuidad y su eficacia. Estos son algunos de ellos:

* El antígeno: es una forma muerta o debilitada de un patógeno (por ejemplo, un virus o una bacteria) que prepara a nuestro organismo para reconocer y combatir una determinada enfermedad en el futuro.

* Adyuvantes: ayudan a incrementar la respuesta inmunitaria y, así, facilitan la acción de las vacunas.

* Conservantes: garantizan que la vacuna mantiene su eficacia.

* Estabilizantes: protegen la vacuna durante su transporte y almacenamiento.
Algunos de los componentes que figuran en la etiqueta de las vacunas nos son desconocidos, pero muchos de ellos están presentes de forma natural en nuestro organismo, en nuestro entorno y en los alimentos que ingerimos. Para garantizar su inocuidad, se hace un examen y un seguimiento integral de todas las vacunas y de sus ingredientes por separado.

– ¿Son seguras las vacunas?

– La vacunación es inocua y, aunque pueda producir efectos secundarios, como dolor en el brazo o fiebre baja, suelen ser muy leves y temporales. Si bien no puede descartarse que ocasionen efectos secundarios graves, estos son sumamente raros.

Todas las vacunas autorizadas son sometidas a pruebas rigurosas a lo largo de las distintas fases de los ensayos clínicos, y siguen siendo evaluadas con regularidad tras su comercialización. Además, los científicos hacen un seguimiento constante de la información procedente de diversas fuentes en busca de indicios de que causen efectos adversos.

Mira también  hipertensión se explican por el consumo elevado de sal

Es mucho más probable padecer lesiones graves por una enfermedad prevenible mediante vacunación que por una vacuna. Por ejemplo, el tétanos puede ocasionar dolores muy intensos, espasmos musculares (por ejemplo, de músculos que se utilizan para masticar) y coágulos sanguíneos, mientras que sarampión puede inflamar el encéfalo (encefalitis) y causar ceguera. Muchas enfermedades prevenibles mediante vacunación nos pueden matar. Los beneficios de la vacunación superan con creces los riesgos a los que exponen, y sin vacunas habría muchos más casos de enfermedades y de defunciones.

– ¿Las vacunas causan efectos secundarios?

– Como todos los medicamentos, las vacunas pueden causar efectos secundarios leves -por ejemplo, fiebre baja, dolor o enrojecimiento en el lugar de inyección-, que desaparecen espontáneamente a los pocos días.

Raramente producen efectos secundarios más graves o duraderos: la probabilidad de sufrir una reacción grave a una vacuna es de uno entre un millón.

Las vacunas se someten a una vigilancia continua para garantizar su inocuidad y detectar posibles efectos adversos, que son infrecuentes.

– ¿Se puede administrar a los niños más de una vacuna simultáneamente?

– Se ha demostrado científicamente que administrar varias vacunas al mismo tiempo no causa efectos negativos. Los niños están expuestos cada día a cientos de sustancias que desencadenan respuestas inmunitarias. Al ingerir un alimento, introduce nuevos gérmenes en su organismo, y su nariz y su boca albergan muchas bacterias.

Cuando se administra a un niño una vacuna múltiple (por ejemplo, contra la difteria, la tosferina y el tétanos) se reduce el número de inyecciones y se le causa menos malestar. Además, se garantiza que recibe las vacunas que necesita en el momento adecuado para no exponerlo al riesgo de contraer enfermedades potencialmente mortales.

– ¿Hay un vínculo entre las vacunas y el autismo?

– No existen pruebas que demuestren vínculo alguno entre las vacunas y el autismo u otros trastornos de su espectro. Ello se ha comprobado en numerosos estudios que han incluido a un número muy alto de individuos. En 1998 se publicó un estudio que sembró dudas sobre la posible relación entre una vacuna triple (contra el sarampión, las paperas y la rubeola) y el autismo. Sin embargo, posteriormente se comprobó que el estudio presentaba numerosas deficiencias y era fraudulento. La revista que lo había publicado lo eliminó y a su autor se le retiró la licencia para ejercer la medicina. Por desgracia, este artículo asustó a algunas personas y las tasas de inmunización contra algunas enfermedades cayeron en determinados países, con la consiguiente aparición de brotes.

Es responsabilidad de todos difundir solamente información científica fiable acerca de las vacunas y de las enfermedades que previenen.

POR AGUSTINA SUCRI