La formación de los lectores: una cuestión de variedad

El proceso de alfabetización de un niño comienza mucho antes de ingresar a la escuela o al jardín infantes y también se extiende más allá de esos límites de formación. El proceso de alfabetización se conjuga de todos aquellos espacios, situaciones y momentos que fortalecen (muchas veces sin esta intención explícita) los saberes de los chicos en relación con la oralidad, la lectura y la escritura.

Del mismo modo ocurre con los textos. Un niño aprende a leer y a escribir no porque accede a libros que tengan ese fin, sino porque participan de situaciones variadas y recurrentes con un abanico de tipologías textuales. Es este horizonte amplio de posibilidades lo que permite a los niños comprender la naturaleza vasta y compleja de la interacción con la lectura y la escritura.

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En este sentido, tanto en las bibliotecas escolares, como en los rincones de aula así también como en el hogar, los niños deben tener garantizado el acceso a una amplia multiplicidad de textos que incluyen cuentos, poesías, novelas y obras de teatro, historietas y libros álbum, chistes y adivinanzas, catálogos, enciclopedias, libros informativos, revistas de todo tipo (siempre acorde a su edad) y periódicos. Cuanto más variado, mejor.

Es claro que frente a todas las posibilidades, la literatura tiene un lugar especial. Los cuentos, las poesías, las novelas, las obras de teatro constituyen experiencias poderosas con la cultura escrita y ponen al lector en un lugar activo, exigido, lúcido y crítico. Por su naturaleza, la ficción exige constantes inferencias e interpretaciones, mientras ubica al que lee en una posición comprometida de sus pensamientos, sensaciones y subjetividad.

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Aún así todos los demás materiales de lectura no deben resultar géneros menores. Interpelan al lector en formación desde otros ángulos, saberes y experiencias y en esa distinción se hacen necesarios. Por eso cuando pensamos en las condiciones que favorecen el proceso de alfabetización de los niños como lectores, la clave no está en la singularidad sino en la variedad.

Por Agostina Giannelli, responsable de marketing de SBS