Logística en el interior: los errores más transitados – Por Ighal Duek

Operar cuestiones logísticas en el interior del país tiene ciertas desventajas respecto de hacerlo en Buenos Aires. Es que en los diferentes puntos del país se originan gran parte de los productos que se consumen en la Argentina. Pero nuestro espíritu históricamente unitario hace que todo deba pasar por la capital: así las mercaderías sufren mayor manipulación, los costos se elevan los tiempos de entrega se extienden hasta el infinito.

Y este es solo el mejor de los casos posibles, es decir, cuando el viaje es troncal entre Buenos Aires y alguna capital o alguna gran ciudad en otra provincia. La parte más difícil se la llevan las pequeñas localidades, que además del recorrido descripto deben sumar redespachos posteriores. Es común que haya dos traslados más: uno hacia la zona de influencia de la entrega y el segundo, la infaltable “última milla”: la llegada propiamente dicha de los productos al destino final.

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La disposición demográfica y comercial que tiene la Argentina hace que, lamentablemente, esto sea difícil de modificar. En otros países, incluso algunos vecinos de la región, la participación de las diferentes regiones en las porciones de consumo son más parejas y eso habilita la instalación de nodos logísticos que derivan en que la distribución y el transporte sean más equitativos entre una ciudad y otra.

El tema de los costos no es menor: siguiendo el concepto del dicho que indica que “muchas manos en un plato hacen mucho garabato”, aquí depender de diversos operadores de transporte entre el origen y el destino se traduce en superposición de costos por repetición. Esto tiene que ver con los aforos, los seguros y, por sobre todo, los costos directos y reales que se replican: la mano de obra, el espacio que se utiliza para las sucesivas cargas y descargas…

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En una situación de tanta competencia y pérdida de rentabilidad, los tiempos también juegan un rol clave. El interior, dijimos, opera con reglas de desigualdad respecto de Buenos Aires. Esto se transforma en una lucha de poderes: aquel que tenga mayo capacidad económica para soportar un inventario grande, correrá con ventajas respecto de quien no disponga de esa posibilidad o la posea de manera reducida.

¿Existe alguna manera de romper este modelo? Es necesario implementar toda la tecnología que haga falta y romper todas las barreras culturales establecidas para reducir esta brecha lo máximo que sea posible. Desde el punto de vista de los operadores logísticos, no se trata solo de bajar costos o mejorar la rentabilidad, sino de atender mejor las necesidades de los consumidores y generar para cada uno de ellos una mejor experiencia. No es posible achicar el país, pero sí es factible acortar las distancias.