La cocina sustentable. Por Andrea Jatar

Se habla de sustentabilidad. Se habla de alimentos orgánicos. Se habla de verde, naturaleza y ecología… pero ¿cómo hacer que nuestra cocina sea sustentable?

Partamos desde el principio: la sustentabilidad tiene tres patas. No es sólo respetar la naturaleza y la salud consumiendo productos orgánicos, sino también es usar sólo lo que necesitamos, es evitar generar residuos y separarlos a conciencia, es ayudar a los recicladores, es comprar a quienes trabajan con responsabilidad hacia los clientes, hacia sus empleados, hacia su competencia y hacia sus proveedores… en fin, es enfocar nuestros hábitos con vistas a impactar lo menos posible en nuestro hábitat y con mucho respeto hacia el resto de las personas, económica y socialmente hablando.

No es difícil. Simplemente hay que conocer de dónde y cómo sale lo que llega a nuestra mesa. Preguntando a quienes nos abastecen. Informándonos acerca del origen de los productos y cómo trabajan los proveedores es un buen comienzo para elegir lo que vamos a comprar. Trabajo en blanco, acciones de responsabilidad social, procesos naturales de producción, tratamiento de residuos… eso es la sustentabilidad económica. Ahí elegimos.

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Pero en casa también debemos ser responsables. No sólo de comprar los productos libres de agroquímicos se trata la sustentabilidad ambiental, sino también de planificar las comidas que vamos a cocinar, para aprovechar de una vez el calor del horno usando todos los estantes y lucirnos con varias comidas, para guardar el caldo del puchero o del pollo o de la sopa en el freezer y luego hacer un excelente risotto en reemplazo de los calditos comerciales, para hacer un poco más de salsa de los fideos y guardarla para otra comida, para reutilizar deliciosamente la comida que sobró del día anterior. Planificar las comidas para elaborar cuanto antes lo que compramos, porque cuanto más viejo se pone en la heladera, no sólo es menos nutritivo, sino que hay que desperdiciar más. Y freezar enseguida lo que nos sobra en porciones, para que nos saque de algún apuro con posterioridad. Pero, sobre todo, ahorro en todo aspecto: luz, gas, agua, alimentos, nuestro tiempo…

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Hay cosas que inevitablemente son desechos. Podemos reusar bolsas para las compras y cajones, pero siempre hay algo que no podemos reutilizar, por ejemplo el film o los plásticos de las carnes. Las botellas y los frascos podemos guardarlos (y si queremos decorarlos) como lindos recipientes para acomodar las cosas en la despensa, en la heladera, en la alacena… mantienen mejor los contenidos! Pero llega un punto en que estamos saturados y no caben más. Ahí es donde podemos poner en práctica la sustentabilidad social y dejarle prolijamente limpios los envases a los recicladores de nuestro barrio. Entonces nuestra bolsa de basura se hace pequeña, porque los residuos de los alimentos podemos usarlos para abonar nuestras plantas, y los cartones, plásticos, maderas y vidrios, si no les encontramos destino en nuestras casas, los separamos para los cartoneros. Es tan poca la basura que no se puede reutilizar!

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Manos a la obra. De a poquito podemos ir incorporando nuevas acciones que hacen nuestra cocina más sustentable.

Por Andrea Jatar, creadora De la Olla