Ema Legunda, Riograndense de los dos lados

“Soy Ema Legunda, nacida en el Batallón de Infantería de Marina N° 5, en Río Grande, hace 73 años. Soy del otro lado del río, como se decía antes. Del Frigorífico CAP, donde pasé mi niñez y fui a la escuela hasta 4to. Grado ya que a partir del 5to. Grado vine a la Escuela N° 2, es decir, de este lado”.

Con estas palabras, pausadas y tranquilas, empezó hace unas semanas su charla con Dionisio Prado, conductor de “Más allá del sur bajo tu cruz”, por Radio Plus (98.3 Mhz) los sábados a la mañana.

Ema dijo en esa entrevista que “a mí me tocó vivir con gente que no era de acá porque al CAP llegaban de distintas partes para las épocas de matanza. Lo mismo me pasó cuando trabajé en YPF, también rodeada por gente de otros lugares que venían a trabajar acá”. “Ese contacto me fue enriqueciendo”, agregó.

También repasó aquellos tiempos: “para los tiempos de faena en el CAP desde el frigorífico se iba a buscar los trabajadores a Punta Arenas y Porvenir, casi todos de Chiloé, en camiones con toldo de lona. Pero también venían desde otros puntos del país donde había plantas del CAP, siempre en verano que era el tiempo de la faena, y por eso se los llamaban trabajadores golondrina”.

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La entrevistada, asidua asistente al centro de Antiguos Pobladores, con absoluta seguridad y una memoria digna de admiración, relató que “era muy interesante ver el proceso en el frigorífico, no sólo el animal que se destazaba, sino también las menudencias que se envasaban en unas latas muy paquetas que parecían de oro y se enviaban al exterior. Todavía deben andar latas dando vuelta como macetas en algunas casas”.

“Era muy lindo ver cuando llegaba el barco a llevarse la producción porque nosotros éramos como una aldea y enseguida salían las madres a darle la bienvenida al barco que atracaba” dijo Ema y agregó: “yo tuve que quedarme con mi esposo allí en el barrio CAP y, aunque solo me separaba el río de mi lugar de origen, sufrí mucho el desarraigo; así que entiendo bien a toda la gente que extraña su lugar al venir a quedarse de tan lejos”.

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En otro momento de la conversación, Ema recordó cómo era eso de cruzar en bote de una orilla a la otra: “íbamos con Alderete, que fue el último botero; antes hubo otro que se llamaba Cachorro Garay, y también estuvo Platillo Pérez antes aún. Pero Alderete nos subía en el muelle, que estaba entero y nos traía. No era que íbamos siempre porque éramos 40 familias que vivíamos ahí y la verdad no teníamos necesidad de venir siempre al pueblo porque teníamos todo, pero cuando lo hacíamos era el río quien mandaba si podíamos pasar o no, para lo cual había una comunicación con Prefectura que era la que autorizaba el cruce según las mareas que subían y bajaban cada siete horas”.

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Ema también mencionó el ferrocarril que pasaba por el barrio a través de un puente sobre arroyo que fue tapado, que a la locomotora de trocha angosta le decían “La Mami” (luego donada a la República de los Niños en Gonet) y que “de esa forma se sacaba la hacienda de las estancias Primera y Segunda Argentina hacia el frigorífico”.

Recordó en otro momento de la charla que fue alumna del Padre Zink y afirmó que “el crecimiento que ha tenido Río Grande es maravilloso” pero que “me gustaría que hubiera más trabajo para los jóvenes porque ellos necesitan estabilidad”.

Fueron muchos los recuerdos, anécdotas, personas y lugares (muchos ya inexistentes) que Ema Legunda enumeró prodigiosamente, con lujo de detalles. Pero no hubo tiempo para hablar de la cultura selk’nam. Eso quedará para otra edición…