En vacaciones de verano que lo más importante sea: “saber abrir la puerta para ir a jugar”

Por Roxana Montenegro – Psicopedagoga. MP: PG-3834

Se viene el receso escolar por vacaciones de verano y con ello la oportunidad para muchas familias de descansar y rebajar exigencias, por lo menos aquellas que tienen que ver con lo aprendizajes escolares. En cambio, para otras les representa este tiempo, un verdadero conflicto: ante la falta de actividades ¿Qué hacer con los niños y niñas? Y más aún en esas situaciones en las que no todos los integrantes de las familia salen de vacaciones.

Aparece, entonces, en el consultorio psicopedagógico una pregunta recurrente: ¿qué actividades o tareas vas a proponerle? A veces esta solicitud se funda en eso que señalo al principio, en la cantidad de tiempo libre de las infancias, pero en muchas otras es cierta la creencia de que si no se hace nada, sino se produce, sino se ejercita o refuerza lo aprendido en la escuela y lo aprehendido en el consultorio, se pierde y se retrocede. Nada más alejado de la realidad. Es un mito que debemos abandonar.

Durante todos estos años de ejercicio profesional, mi respuesta ha sido siempre la misma: en vacaciones, en la casa, de viaje o en la plaza, lo importante es jugar.

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Nadie se atrevería a discutir de los beneficios que el juego conlleva, en la constitución subjetiva, en la adquisición de aprendizajes de la vida cotidiana y en la construcción de lazos afectivos, pero cada tanto es necesario reivindicarlo y hasta recordarlo.

La consigna es entonces JUGAR, pero ¿a qué? ¿Cómo?, ¿con quiénes? “Si no tengo tiempo” dirán algunxs, “juega un rato y luego se aburre” dirán otrxs y hasta “no hay juguete que le alcance, no puedo comprarle todo lo que quiere”.

Reside allí la riqueza del juego, como mediador entre referentes afectivos y lxs niños, entre pares y entre el o la niña en soledad. El juego es por excelencia el medio para aprender, recrearse, crecer, ser y sentir placer. El juego es gratis y hay de todo tipo:

  • El simbólico: ese que hace “como que” y utiliza cualquier objeto para su fin, por ejemplo algo viejo o de la casa puede convertirse en un elemento tan real y funcional, no son necesarios los juguetes comerciales que muchas veces cercenan la creatividad y limitan la autoría de pensamiento de lxs niñxs. Puede desarrollarse solo o en compañía. ¿Quién no jugó alguna vez a “la casita”, “al supermercado” y terminó armando tremenda trama?
  • El reglado: ese que permite estar con otrxs y además hacer lugar a la NORMA, porque para jugarlo hay que respetar las indicaciones de los reglamentos. Este tipo es muy valorado, en consultorio, en aquellas situaciones en las que se dificulta la espera de turnos, la compresión de las consignas, la sujeción a la norma y vérselas con la idea de perder.
  • De rondas: aquellas en las hay que recordar rimas o canciones, que nos van dando indicaciones de que hacer, como “en el juego de la oca o Le Su”, varios requieren coordinación motora y prestar mucha atención, por momentos ser equipo para lograr la sincronización, ese sería el fin aunque esconde un sutil grado de competencia, porque al igual que el piedra papel o tijera, hay un/a ganador/a.
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Podemos extendernos aún mucho más si queremos describir y cuantificar los juegos pero no es el objeto de este artículo, si el de valorar las múltiples posibilidades y beneficios que nos brinda  “el jugar”, del modo que nos salga hacerlo: espontáneamente, en familia, con otres, en soledad, inventando, creando, con juguetes, con objetos desestructurados etc.

Y por último quisiera dejarles una recomendación: es muy importante dejar un espacio para el “no hacer nada” o para el aburrimiento, aunque parezca contradictorio ese tiempo es necesario para que el deseo de jugar y aprender se haga presente y con ello se despliegue la oportunidad de crear.

Esta posición, la de dejar que acontezca, también se enseña y se aprende; requerirá al principio de la capacidad de lxs adultxs cuidadores de tolerar la queja o el malestar de sus niños y niñas ante “la ausencia de propuestas recreativas”.

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Ahora que ya tenemos las valijas armadas ¡a vacacionar!! Eso sí, sin olvidarnos DE DEJARLES LAS PUERTAS ABIERTAS, PARA QUE SALGAN A JUGAR.